jueves, 25 de marzo de 2010
¡Socorro, mis padres son floggers! Por Adrián Intrieri
Un paciente de 17 años me dijo en una oportunidad que él no quería madurar si ser maduro era ser como sus padres. ¡Qué terrible!
Otro ejemplo, un jovencita de 19 años creyente, se presentó diciéndome, yo soy la hija de fulanito que se llevo a la mitad de la congregación y se armo su propia iglesia.¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos, acerca de lo que significa ser maduros?
Una de las problemáticas que están en pleno crecimiento es el Síndrome de Peter Pan (SPP) en los hombres y el Síndrome de Wendy (SW) en las mujeres. Se tratan de personas adultas pero que presentan una visible inmadurez emocional. Les cuesta tomar buenas decisiones, son críticos, inseguros, dependientes, egocéntricos e irresponsables. Aunque sean personas adultas muestran claras conductas infantiles.
Nuestros jóvenes están siendo víctima de una sociedad cada vez más adolescente. Esto ya no es noticia.
Cuando estaba cursando mis estudios de psicología, curse una materia llamada Clínica de niños y adolescentes. En esta materia me enseñaron que la adolescencia era un puente desde la infancia a la adultez, donde el niño dejaba de ser niño para convertirse en adulto. Esta etapa esta marcada por la aparición de distintos duelos adolescentes. De ahí, el origen de la palabra adolescente, que derivaba del latín adolecere, que significa que se adolece o se duele. En esta materia me dijeron que la adolescencia abarcaba desde los 14 hasta los 17 años y que el adolescente solo debía transitarlo de la mejor manera, solucionando estos duelos. ¿Cuales eran estos duelos? El duelo por la perdida del cuerpo infantil, algo así, como que el niño debía enfrentar que su cuerpo estaba cambiando; el duelo por la caída de los padres idealizados, que significaba que los padres dejaban de ocupar un lugar de súper héroes para convertirse en pesados, en poco comprensivos y aburridos y así salir de debajo de su protección para ir en busca del mundo exterior y, el duelo del rol infantil, donde el niño se enfrentaba con el hecho de que debía ir madurando y comportándose como una persona adulta con más responsabilidades. Esto me pareció sumamente interesante y fue ahí donde decidí que iba dedicarme a ser terapeuta de adolescentes.
Recuerdo que este profesor nos dijo: No les recomiendo que se dediquen a la adolescencia ya que esta se transita muy conflictiva y rápidamente. Nunca oí algo tan desafortunado y equivocado.Por supuesto que no obedecí a este consejo y ni bien me recibí comencé a estudiar más detenidamente sobre la adolescencia y así llegaron mis primeros pacientes. Ahí descubrí, con mucho asombro que todo lo que había aprendido en la universidad estaba muy desactualizado y no correspondía con la realidad.
Primero, la adolescencia que hoy nos enfrentamos, comienza según los especialistas en una adolescencia temprana que abarca desde los 10 años hasta una tardía hasta los 30 a 35 años. ¡Increíble! Y en muchos casos se terminan jubilando de adolescentes.
Los duelos ya no se viven como me los habían enseñado. Un niño o una niña de 11 años no se adolece porque esta dejando su cuerpito infantil, sino que ansia fervientemente tener un cuerpo de adulta. Solo basta ver la ropa que se diseña para esa edad, es ropa de adultos.
Cuando yo era niño, mis padres me compraban ropa de niño. Me trataban como niño y yo me comportaba como niño. Ahora las cosas han cambiado.
Otro problema es el del duelo de los padres idealizados, ya que muy pocos llegaron a idealizarlos!
Lo explico con un ejemplo que viví en el consultorio, en una oportunidad vino a mi una jovencita de 15 años con principios de ataques de pánico, ella me comentó entre otras cosas, que su madre le usaba la ropa, se vestía y peinaba como ella, y que seducía a sus novios. ¿Qué podría ser idealizado en este caso? Esta madre competía con su hija y en todo caso la que había sido idealizada era la joven.
Veamos el último duelo, el del rol infantil, decíamos que el niño se adolece porque debe asumir que esta creciendo y que esto involucra que debe ir comportándose como un adulto. Pero, ¿cómo se comportan los adultos?
Tengo un paciente de 14 años que sus padres llevan un matrimonio muy conflictivo desde que él tiene memoria. Se viven peleando y cada actividad familiar es una disputa de poder. La madre le dice a este jovencito: Eres igual que tu padre, ¡un fracasado! El padre le aconseja a su hijo señalando a su esposa: ¡el día que te cases elige bien, no hagas como yo que cargo con esta pesada!
¿Qué mensaje esta recibiendo este jovencito acerca de cómo son los adultos?¿A qué se enfrentan los adolescentes cuando ven en los mayores, actitudes y conductas cada vez más inmaduras y adolescentes?
Permítanme decirles algo: quienes estamos adoleciendo somos nosotros los adultos. Nos duele que estemos envejeciendo y que nuestro cuerpo no sea el de antes. Tratamos de impedir el paso del tiempo, con todo tipo de productos, porque no queremos afrontar nuestra adultez.
Los adultos se adolecen de la caída del cuerpo juvenil. Ya que no somos los de antes. No podemos hacer las cosas que antes hacíamos, porque hemos crecido.
¿Y que hay de la idealización de los padres?, quienes están idealizados son los adolescentes y no los padres. Debemos enfrentar la noticia que no estamos haciendo bien las cosas.
Lo que quiero decir, es que los adolescentes de hoy, son huérfanos de modelos significativos que les permitan crecer sanamente. Que sirvan de modelos en un mundo cada vez más caótico.
Nuestros adolescentes deben tener satisfechas ciertas necesidades por nosotros los adultos.Hay tres necesidades que los hijos necesitan que sean satisfechas por sus padres.La primera es la necesidad de empatía. Empatía significa ponerse en el lugar del otro. Esto significa que los jóvenes anhelan ser comprendidos.
La segunda necesidad es la necesidad del amor. No solo se necesita ser comprendidos, sino también ser amados. El amor y el reconocimiento son fundamentales para construir una autoestima sana.
Y el tercero y último, es la necesidad de crecer. Confiar en nuestros hijos es permitirles crecer.
Es tiempo de comprender que debemos ser personas significativas para las nuevas generaciones. Este es un llamado a cada padre y madre que anhele hijos sanos y maduros.
Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. 1 Corintios 14:20
Otro ejemplo, un jovencita de 19 años creyente, se presentó diciéndome, yo soy la hija de fulanito que se llevo a la mitad de la congregación y se armo su propia iglesia.¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos, acerca de lo que significa ser maduros?
Una de las problemáticas que están en pleno crecimiento es el Síndrome de Peter Pan (SPP) en los hombres y el Síndrome de Wendy (SW) en las mujeres. Se tratan de personas adultas pero que presentan una visible inmadurez emocional. Les cuesta tomar buenas decisiones, son críticos, inseguros, dependientes, egocéntricos e irresponsables. Aunque sean personas adultas muestran claras conductas infantiles.
Nuestros jóvenes están siendo víctima de una sociedad cada vez más adolescente. Esto ya no es noticia.
Cuando estaba cursando mis estudios de psicología, curse una materia llamada Clínica de niños y adolescentes. En esta materia me enseñaron que la adolescencia era un puente desde la infancia a la adultez, donde el niño dejaba de ser niño para convertirse en adulto. Esta etapa esta marcada por la aparición de distintos duelos adolescentes. De ahí, el origen de la palabra adolescente, que derivaba del latín adolecere, que significa que se adolece o se duele. En esta materia me dijeron que la adolescencia abarcaba desde los 14 hasta los 17 años y que el adolescente solo debía transitarlo de la mejor manera, solucionando estos duelos. ¿Cuales eran estos duelos? El duelo por la perdida del cuerpo infantil, algo así, como que el niño debía enfrentar que su cuerpo estaba cambiando; el duelo por la caída de los padres idealizados, que significaba que los padres dejaban de ocupar un lugar de súper héroes para convertirse en pesados, en poco comprensivos y aburridos y así salir de debajo de su protección para ir en busca del mundo exterior y, el duelo del rol infantil, donde el niño se enfrentaba con el hecho de que debía ir madurando y comportándose como una persona adulta con más responsabilidades. Esto me pareció sumamente interesante y fue ahí donde decidí que iba dedicarme a ser terapeuta de adolescentes.
Recuerdo que este profesor nos dijo: No les recomiendo que se dediquen a la adolescencia ya que esta se transita muy conflictiva y rápidamente. Nunca oí algo tan desafortunado y equivocado.Por supuesto que no obedecí a este consejo y ni bien me recibí comencé a estudiar más detenidamente sobre la adolescencia y así llegaron mis primeros pacientes. Ahí descubrí, con mucho asombro que todo lo que había aprendido en la universidad estaba muy desactualizado y no correspondía con la realidad.
Primero, la adolescencia que hoy nos enfrentamos, comienza según los especialistas en una adolescencia temprana que abarca desde los 10 años hasta una tardía hasta los 30 a 35 años. ¡Increíble! Y en muchos casos se terminan jubilando de adolescentes.
Los duelos ya no se viven como me los habían enseñado. Un niño o una niña de 11 años no se adolece porque esta dejando su cuerpito infantil, sino que ansia fervientemente tener un cuerpo de adulta. Solo basta ver la ropa que se diseña para esa edad, es ropa de adultos.
Cuando yo era niño, mis padres me compraban ropa de niño. Me trataban como niño y yo me comportaba como niño. Ahora las cosas han cambiado.
Otro problema es el del duelo de los padres idealizados, ya que muy pocos llegaron a idealizarlos!
Lo explico con un ejemplo que viví en el consultorio, en una oportunidad vino a mi una jovencita de 15 años con principios de ataques de pánico, ella me comentó entre otras cosas, que su madre le usaba la ropa, se vestía y peinaba como ella, y que seducía a sus novios. ¿Qué podría ser idealizado en este caso? Esta madre competía con su hija y en todo caso la que había sido idealizada era la joven.
Veamos el último duelo, el del rol infantil, decíamos que el niño se adolece porque debe asumir que esta creciendo y que esto involucra que debe ir comportándose como un adulto. Pero, ¿cómo se comportan los adultos?
Tengo un paciente de 14 años que sus padres llevan un matrimonio muy conflictivo desde que él tiene memoria. Se viven peleando y cada actividad familiar es una disputa de poder. La madre le dice a este jovencito: Eres igual que tu padre, ¡un fracasado! El padre le aconseja a su hijo señalando a su esposa: ¡el día que te cases elige bien, no hagas como yo que cargo con esta pesada!
¿Qué mensaje esta recibiendo este jovencito acerca de cómo son los adultos?¿A qué se enfrentan los adolescentes cuando ven en los mayores, actitudes y conductas cada vez más inmaduras y adolescentes?
Permítanme decirles algo: quienes estamos adoleciendo somos nosotros los adultos. Nos duele que estemos envejeciendo y que nuestro cuerpo no sea el de antes. Tratamos de impedir el paso del tiempo, con todo tipo de productos, porque no queremos afrontar nuestra adultez.
Los adultos se adolecen de la caída del cuerpo juvenil. Ya que no somos los de antes. No podemos hacer las cosas que antes hacíamos, porque hemos crecido.
¿Y que hay de la idealización de los padres?, quienes están idealizados son los adolescentes y no los padres. Debemos enfrentar la noticia que no estamos haciendo bien las cosas.
Lo que quiero decir, es que los adolescentes de hoy, son huérfanos de modelos significativos que les permitan crecer sanamente. Que sirvan de modelos en un mundo cada vez más caótico.
Nuestros adolescentes deben tener satisfechas ciertas necesidades por nosotros los adultos.Hay tres necesidades que los hijos necesitan que sean satisfechas por sus padres.La primera es la necesidad de empatía. Empatía significa ponerse en el lugar del otro. Esto significa que los jóvenes anhelan ser comprendidos.
La segunda necesidad es la necesidad del amor. No solo se necesita ser comprendidos, sino también ser amados. El amor y el reconocimiento son fundamentales para construir una autoestima sana.
Y el tercero y último, es la necesidad de crecer. Confiar en nuestros hijos es permitirles crecer.
Es tiempo de comprender que debemos ser personas significativas para las nuevas generaciones. Este es un llamado a cada padre y madre que anhele hijos sanos y maduros.
Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. 1 Corintios 14:20
Jornada de capacitación en Villa Constitución, Santa Fe
Capacitación para líderes juveniles y
talleres para jóvenes organizada por
New Life de la Iglesia El Redentor de
Villa Constitución.
talleres para jóvenes organizada por
New Life de la Iglesia El Redentor de
Villa Constitución.
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